Una de las primeras preguntas que deben ser resueltas a la hora de invertir en nuevos proyectos o sacar adelante planes estratégicos de expansión, es el origen y la consecución de recursos para llevarlo a cabo. Las firmas deben considerar diferentes aspectos al momento de decidir qué fuentes de fondos usar y que se convierten en factores de éxito que permitan maximizar el valor de la compañía sin fracasar en el intento.
Adquirir nuevas obligaciones o pasivos es una fuente de recursos que debe ser utilizada de la manera correcta para no comprometer la viabilidad del negocio en el largo plazo. No es una cuestión solamente de cuánto me puedo endeudar, también se debe analizar el horizonte de la deuda, el costo de endeudarse y la finalidad de adquirir deuda.
Si una firma se endeuda sin saber en concreto para qué lo hace, es el primer síntoma de deterioro de valor en los años de vida siguientes, la deuda será apropiada para crecer siempre que no deteriore la capacidad de solvencia y liquidez de la compañía.
Las deudas que se adquieren con terceros pueden encontrarse en bancos, los mismos proveedores de la empresa o inclusive en el mercado de capitales a través de la deuda corporativa. Los factores mínimos a evaluar a la hora de adquirir esta obligación son:
A. Monto: Aunque parece el elemento más básico en la negociación de la obligación, se debe alinear el monto del crédito a la estructura de capital que minimice los costos para la compañía y que no altere los niveles de endeudamiento y exceso de apalancamiento. La deuda es buena siempre y cuando haya un flujo de caja que lo respalde, que se manifiesta en indicadores de pago como cobertura en servicio de la deuda.
B. Moneda: La moneda de emisión dictamina los riesgos potenciales por variaciones en la tasa de cambio y las estrategias que pueden implementar de coberturas. Por ejemplo, en un escenario actual de devaluación del peso frente al dólar, todas aquellas firmas que tengan deuda en dólares e ingresos en pesos pueden ver comprometida su flexibilidad.
C. Tasa de interés: La tasa representa el costo de la deuda y está atada de forma implícita al riesgo del negocio o del adquiriente del crédito; mientras el riesgo del negocio sea mayor, la tasa asociada al crédito incrementará. Se puede adquirir una obligación con tasa fija o variable, esta última atada generalmente a indicadores de referencia como IPC, DTF o IBR más unos puntos adicionales.
D. Horizonte: El horizonte de la deuda se encuentra relacionado con la concentración de los pasivos, una alta concentración de la deuda en el corto plazo podría deteriorar la capacidad de pago de la firma. Ante escenarios de concentración, las empresas pueden buscar una renegociación o roll-over de sus acreencias.
E. Plan de amortización: Se refiere a la frecuencia y modalidad de los pagos, así como el número de periodos de gracia (reconocimiento de interés sin pago de capital) y el número de periodos muertos (no se pagan intereses ni capital). Es un error endeudarse en esquemas que no van acorde a la operación de la firma, por ejemplo, efectuar pagos mensuales cuando el recaudo promedio de ingresos es mayor al mes, esto obliga a la firma a la búsqueda de nuevas fuentes de financiación para cubrir las obligaciones viejas.
F. Covenants u otras cláusulas: En la mayoría de contratos de crédito se atan cláusulas de expectativas sobre ingresos, niveles de EBITDA o utilidades, que buscan el aseguramiento del riesgo de contraparte con cambios en las condiciones de la obligación en caso de no cumplirse con indicadores de perfil de crédito sano.
Resulta entonces vital para la salud financiera de la compañía, alinear las condiciones de los créditos acorde al ciclo de negocios de la operación, no cometa errores que destruyan el valor de su compañía como:
Endeudarse a corto plazo para incurrir en inversiones de largo plazo como CAPEX puede resultar costoso y siempre habrá la necesidad de reestructurar o buscar fuentes alternas de financiación.
Endeudarse con alto costo para cubrir faltantes de su ciclo de conversión en efectivo. Intente mejorar su competitividad y su poder de negociación respecto a su recaudo de cartera con sus clientes y la frecuencia de pago a sus proveedores.
Desatender las necesidades de operación e inversión para cumplir con las exigencias de sus accionistas. Si una empresa se endeuda para pagar dividendos o paga por encima de lo que produce su operación, es una bandera roja que indica una pérdida constante de valor.
Si su empresa ya tiene un nivel de endeudamiento alto, entonces deberá evaluar si su capacidad de respuesta a esas obligaciones en el corto plazo no interfiere con su operación. Los escenarios a los que se podría enfrentar son:
A. Alerta amarilla: El alto costo financiero le quita rentabilidad a su negocio.
Su negocio en el desarrollo del objeto social sea rentable y tenga niveles de EBITDA suficientes para responder por sus necesidades de inversión como capital de trabajo, pero su rentabilidad se ve afectada por el alto costo de la deuda que puede darse por una tasa mal negociada o un plan de amortización no alineado a los flujos de caja de su compañía. Si bien en este escenario no hay riesgo de iliquidez o insolvencia, deberá cuidar que los acreedores no se lleven la rentabilidad de su negocio y eventualmente renegociar su tasa.
B. Alerta naranja: El alto costo financiero y los altos pagos de capital le obligan a buscar nuevas fuentes de financiación para pagar deuda.
En este escenario no solamente su empresa sufre de pérdida de rentabilidad por causa de pagar un alto costo financiero, también encuentra dificultades al momento de pagar sus obligaciones con proveedores o incluso sus propios acreedores. Podría la firma experimentar un problema de iliquidez al no encontrar los recursos suficientes para hacerse cargo de sus compromisos, deberá buscar fuentes alternativas de financiación que pueden ser más costosas pero necesarias para suplir los faltantes de fondos. Una opción puede ser renegociar su tasa y buscar un plan de amortización alineado a los flujos del negocio.
C. Alerta roja: Los altos niveles de endeudamiento afectan el desarrollo de la operación, la rentabilidad del negocio es negativa y es necesario reestructurar la deuda.
Su compañía tiene un alto costo de la deuda que le absorbe la rentabilidad de su operación, no tiene los recursos para cumplir sus compromisos con terceros y la situación de iliquidez puede causar un escenario de insolvencia donde la empresa ya no tiene acceso a recursos. Si este es su caso, es momento de pensar en reestructurar su deuda para dotar a su flujo de caja de mayor flexibilidad y discrecionalidad para que así, al momento de presentarse oportunidades de inversión, pueda tomar las decisiones necesarias sin estar limitado por su deuda.
En SILK Banca de Inversión, a través de nuestros servicios de consultoría financiera, podemos aconsejarlo sobre el uso adecuado en el balance entre deuda y capital propio. Nuestro equipo lo puede guiar asimismo en la consecución de recursos con inversionistas para flexibilizar su flujo de caja para no dejar pasar oportunidades de mercado.