La región ante su segunda ola: pocas vacunas, contexto económico más favorable, pero con riesgos al alza.
La crisis sanitaria
En el ámbito sanitario, los países de la región comenzaron sus campañas de vacunación contra el Covid-19, aunque a diferentes velocidades. Chile lidera esta carrera con más de un 25% de su población inoculada, seguido bien lejos por Brasil (5,1%) y Argentina (3,4%). A pesar del arranque tardío; Uruguay aceleró sus tasas y en los últimos 10 días logró vacunar casi el 3% de la población.
No obstante, la realidad es que la región no tiene la cantidad de vacunas necesarias. Hasta el momento, América Latina y el Caribe ha recibido 37 millones de dosis, las cuales deberían ser repartidas entre 630 millones de personas. Suponiendo que se necesitan dos dosis por persona, solamente se podría inmunizar al 2,9% de la población.
El dato es más alarmante si se tiene en cuenta que el virus ha sido más mortal en la región ya que LatAm solo representa el 8% de la población mundial, pero casi el 28% de las muertes mundiales por Covid-19.
A su vez, dentro de las cifras agregadas de vacunación, la heterogeneidad entre países es notoria. El 87% de las dosis están en manos de cuatro países (Brasil, Chile, México y Argentina), quienes constituyen cuatro de las cinco economías más grandes de la región. Además, parece ser que la lógica de la apertura comercial pesó más que la estrategia sanitaria: los países con mayores vínculos comerciales han tenido más éxito que el resto, donde Chile ha sido el ejemplo más evidente.
El escenario económico
Por primera vez desde la irrupción de la pandemia, hubo una mejora en el Indicador de Clima Económico (ICE) en América Latina. En este sentido, el ICE exhibió un incremento de 9,8 puntos al avanzar de 60,7 puntos durante el 4° trimestre de 2020 a 70,5 puntos en el 1° trimestre de 2021. No obstante, el indicador se mantiene en la zona desfavorable del ciclo económico con una combinación de evaluaciones pesimistas sobre el presente y expectativas positivas respecto del futuro cercano. El Clima Económico mejoró sólo en la mitad de las 10 mayores economías de la región. Específicamente, hubo mejoras del ICE en Argentina, Brasil, Chile, México y Paraguay; mientras que hubo retrocesos en Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay. Entre los factores que justifican el optimismo de cara al futuro, el inicio de los programas de vacunación es el principal driver.
Sin embargo, a pesar de que la recuperación de la actividad económica continúa consolidándose y los indicadores de empleo de alta frecuencia comienzan a mostrar alguna mejora incipiente, vemos dos riesgos principales en el escenario regional durante 2021.
En primer lugar, el punto de partida de la situación social es delicada. Según la CEPAL, el desempleo en América Latina y el Caribe aumentó 2,6 p.p. hasta el 10,7% en 2020, lo que se encuentra en línea con el cierre de casi 3 millones de empresas. Adicionalmente, la tasa de pobreza se situó en su nivel más alto en los últimos 12 años (33,7%), mientras que la tasa de indigencia retrocedió a niveles de hace 20 años al ubicarse en 12,5%: más de 20 millones de personas han ingresado a la pobreza durante la pandemia (llegando a 209 millones) y 8 millones han ingresado a la pobreza extrema (llegando a 78 millones).
El aumento del desempleo, la pobreza y la desigualdad han puesto el descontento social en el centro de los riesgos de corto plazo, donde la desaprobación de las gestiones gubernamentales se encuentra en ascenso y cualquier medida impopular por parte de las autoridades se traduce en reacciones de la sociedad civil.
El otro gran factor de riesgo regional lo constituye la posibilidad de cierto deterioro del buen contexto para emergentes que caracteriza al actual escenario global. Tras la aprobación en el Senado del paquete de estímulo fiscal de Biden por USD 1,9 billones (bn) y la mejora en las expectativas económicas con el fuerte avance en la vacunación en Estados Unidos (27,8% de la población vacunada), se han elevado las expectativas de inflación. De hecho, estas se encuentran en su mayor nivel (2,35%) desde el año 2013, cuando hace exactamente un año había tocado su menor nivel en décadas (0,14%). Lo anterior fue acompañado por una suba de tasas en EE. UU.: la tasa de los bonos del Tesoro estadunidense pasó de 0,9% a fines del año pasado a 1,6% en marzo, alcanzando así los registros más elevados desde diciembre 2019, mientras que el mercado descuenta una suba de tasas más prematura en relación con las proyecciones de la FED (se espera un ajuste de tasas para el 2022).
El impacto en la región se dará a través de dos grandes canales: un aumento en los costos del acceso al crédito internacional y una potencial reversión en el precio de las materias primas.
Respecto de lo primero, llegaría en un mal momento ya que los países de la región continuarán con elevadas necesidades de financiamiento producto principalmente de un todavía elevado déficit fiscal (está proyectado un desequilibrio de 5,4% del PBI a nivel regional). Es más, durante el último mes se evidenció un aumento en el riesgo país en todas las naciones que analizamos en este informe. No obstante, las emisiones de deuda de países emergentes se intensificaron al alcanzar USD 115.230 millones, con México, Chile, Perú, Panamá y Paraguay colocando deuda a bajas tasas. Con estos datos se evidencia que, a pesar de la suba de tasas a 10 años en EE. UU., todavía persiste el apetito por activos emergentes.
Para más información, consulte las notas de nuestro aliado Equipo Económico.
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